jueves, 16 de abril de 2009

Un conflicto cultura, territorial de influencias

Generalmente el grande aplasta al más chico. La lógica así lo indica. En el caso del conflicto en el Medio Oriente la situación es bastante similar. No hacemos alusión a lo que se vive hoy, entre los grupos terroristas que tienen a la zona en mención en constante riesgo. Sino que, el punto es querer saber el por qué Inglaterra puso sus ojos en la zona, y trato de ser juez y parte y termino al mas puro estilo Poncio Pilato.
El descontento árabe comenzó con los intereses del imperio Otomano, que vio en estas personas un peligro. No en vano años más tarde, misioneros europeos y norteamericanos invadieron la zona para instaurar sus sistemas, como una especie de colonización.
A los años posteriores los hechos políticos le fueron dando ciertos atributos al Medio Oriente, siendo catalogada después como una “zona de influencia”. Eso, tras finalizar la primera guerra mundial. Al ser un lugar especial, todos le quisieron sacar partidos, pero un punto era el eje: La religión. Y como en casi todo en la vida, si no hay una solución entre dos posiciones, la lógica indica que alguien debe dirimir. El problema es que nunca todos quedarán conformes, y eso es lo que corroboraron los árabes, con tratados que para los efectos de su interés fue un verdadero desastre.
¿De quién es la culpa? ¿De los ingleses, franceses o rusos? ¿De la guerra? ¿De las personas que negociaron? ¿Del exceso de confianza? Por ahora, nada de eso importa, porque la guerra está declarada y por el momento nada ni nadie puede detener a los grupos que hoy operan de ambos lados. Pero otra situación que no ha variado un milímetro, es el concepto de “zona de influencia” que hasta el día de hoy rige, y es mandatado por un actor muy especial: La política. Que lamentablemente, no es del todo perfecta.

MÁS ACTORES
Pero este conflicto tiene un hecho que marcó para siempre la historia del Medio Oriente. En el año 1947, la Asamblea General de las Naciones Unidas decretó la división de Palestina, en un estado judío y otro árabe. Si bien la idea nunca se llevó a cabo, el rechazo de los árabes fue evidente. Y traería consecuencias.
Un año más tarde (1948) el lugar sagrado, Jerusalén, sería ocupado por los intereses judíos, pero no fue hasta 1967 cuando toma el control absoluto (Israel) de esa localidad siendo un golpe letal para las aspiraciones árabes.
A eso hay que sumarle que con el paso de los años, tanto por el lado israelí como por el palestino surgieron líderes que contribuyeron a la violencia en el sector, que se focalizó en la franja de gaza, pro que tiene como lugar geográfico estrella a Jerusalén.
Hablamos de Ariel Sharon, quien desde muy pequeño se involucró con la causa judía, lo que años más tarde lo llevo a ingresar al ejército en el año 1942, seis años después combate en la guerra de la independencia, para posteriormente en 1953 fundar el comando 101operaciones especiales.
En 1967 combate en la guerra de los seis días, para finalizar su carrera en el ejército en 1973.
Su carrera en la política se inicia en 1982 como Ministro de Defensa, cargo que ostenta hasta un año más tarde. Per no fue hasta 1998, cuando asume como canciller, para finalmente llegar al máximo cargo de Primer Ministro Israelí, donde desarrolla toda su estrategia contra los palestinos, claro que también tiene gestos de nobleza, al reconocerlos como tal.
Mientras que por el bando contrario, esta Jaser Arafat, un hombre nacido en 1929, quien tras el dictamen de las Naciones Unidas, se rehúsa a reconocerlo e inicia su carrera contra los israelitas luchando contra ellos en 1947. Si bien en ese conflicto no salió victorioso, por el cual tuvo que irse a Egipto, posteriormente volvería a ser el máximo líder del pueblo palestino.
En 1968 es elegido presidente de la OLP, y en esa condición en el año 1974 llega hasta la ONU, con pistola y ramo de oliva en mano para dirigirse ante la comunidad.
En 1988 proclama la existencia de un estado palestino y al año siguiente es elegido como presidente.
1993 debe ser uno de los años más significativos en todo este conflicto, puesto que tanto Arafat como el estado de Israel se reconocen mutuamente, cambiando para siempre la figura política de ambos pueblos.
Claro que la violencia no se detuvo allí, pero en todo este proceso cabe hacerse algunas preguntas, tales como: ¿Por qué se continuó con esta lucha? ¿puede haber alguna razón para que la paz nunca se concrete? Hay razones, que van desde las conductas sociales a como han sido educados ambas culturas, que tienen cosas en común, pero por culpa del territorio son incapaces de llegar al tan anhelado acuerdo.
Israel a diferencia de Palestina es un estado. Como tal, tiene toda una red que lo sustenta. Al igual que los palestinos se basan en una religión, creencias y normas sociales, que para occidente son difíciles de entender.
Una de esas diferencias es que Israel tiene instituciones, como por ejemplo un Gobierno. Que trabaja en base a una economía, poderosa, teniendo como aliados a los norteamericanos por ejemplo, que a diferencias del mundo árabe o palestino son muy precarios y deben vivir en el más absoluto abandono, claro esta sin contar la ayuda de las naciones amigas.
Hoy por ejemplo, Israel cuenta con un desarrollo tecnológico que difícilmente puede igualar Palestina. La cantidad de armamento puede hacer que en cualquier minuto Israel se pueda deshacer del pueblo que día a día trata por destruirlo, pero no lo hace. Los motivos no son del todo claros.
Lo único cierto es que estas diferencias van a seguir desarrollándose por años, hasta que los grupos terroristas que operan para destruir al Estado Israelí cesen en sus intenciones y se busque una paz, claro que así como están las cosas, esa salida difícilmente llegue pronto.

LA VIOLENCIA
Si bien, el mundo internacional no ha estado ajeno a lo que ocurre el este conflicto, la violencia siempre ha sido una recurrente en estos territorios. Quizás el más emblemáticos es la Franja de Gaza, lugar que cuenta con una gran densidad de población donde se incluyen más de un millón de palestinos y casi 7 mil colonos judíos, donde existe en la actualidad un 38% de su territorio ocupado por campos de refugiados, y es común ver ataques terroristas en esa franja de tierra.
Pero si bien estos hechos se han hecho mas recurrentes hoy, uno de los primeros ataques se produjo el 12 de marzo de 1956, cuando un puñado de palestinos asesina a 12 personas en el interior de un autobús al ser de Israel. Doce años más tarde, una bomba explota en el mercado de Jerusalén, dejando un triste saldo de 13 personas fallecidas.
Eso del lado de los palestinos, pero Israel contesto esos ataques, y uno de lo más recordados ocurrió en 1986 en el Líbano dejando decenas de víctimas más.
En más de 60 años, estos dos pueblos se han enfrentado, dejando un saldo altísimo de víctimas fatales u deterioradas de por vida, todo gracias a la mala acción de sus representantes, que en primera instancia se odiaban, no se reconocían, pero que con el paso de los años y dando pie a la razón han ido superando sus diferencias – no todas claro está – pero han realizado gestos de relevancia para ellos mismo, su gente y el mundo.
Pero aún falta, grupos como Hamás, Hisbollah, la Jihad Islámica o líderes como Marwan Barghouti han dado pie a otros para formas grupos terroristas, que se escudan dentro de la violencia para desconocer al otro, y generando procesos como la Intifada que podrá tener sus razones muy bien fundadas para el pueblo palestino y árabe, pero que a su paso ha dejado más muertos, frustraciones que éxitos y alegrías.
¿Se puede vislumbrar alguna solución? Por el momento no. Mientras no se solucionen los temas territoriales eso jamás podrá tener un fin. Porque es casi imposible que Israel quiera deshacerse de su más preciado territorio: Jerusalén. Pero hay algo más, puesto que así como es difícil que lo anterior ocurra, también es muy poco probable que fracciones de sus poblaciones cambien sus normas de conducta, valores y principios para dejar de pelear por un pedazo de territorio sagrado al cual todos quieren tener soberanía.

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